lunes, junio 07, 2010

Crisis de la universidad peruana: A propósito de las elecciones en la UNMSM

Eloy Edurado Avalos Alvarado
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú


Para los peruanos, tener los restos arqueológicos de Machu Picchu debe ser fuente de orgullo, o quizás de algo bueno mucho más que descriptible. Yo pienso, que además de poseer al interior de nuestro territorio, maravillas arqueológicas como Machu Picchu; también debiera ser motivo de orgullo que el país tenga a la universidad más antigua de este continente, la más antigua de América.(1)
Pero, cuando digo que debiera, es porque al parecer muchos peruanos no parecen tomar conciencia de tal hecho histórico o si lo tienen no parecen importarles.(2) A muchos gobiernos, poco les ha interesado el devenir de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Inclusive, los sectores privados han mostrado un desprecio hacia sus egresados; aunque no dudan en acoger a sus mejores egresados siempre que les sea útil a sus intereses particulares. Quizás, esto se deba a que, de una u otra forma, la universidad más antigua de América se constituyó en un verdadero espacio de reflexión, del pensar, libre de las imposiciones "oficialistas"; pensar que ha devenido en muchas ocasiones en una crítica, en un rechazo o en un cuestionamiento de los modelos económicos, políticos acaecidos en nuestro país. Aunque también es cierto afirmar, que esto ha ido disminuyendo notablemente, especialmente las últimas dos o tres décadas.(3)
La asfixia, aunque esto es un caso de la universidad pública, siempre ha sido de naturaleza económica presupuestal por parte de los gobiernos de turno. Ninguno de los últimos seis o siete gobiernos "democráticos" ha cambiado radicalmente esta situación, mucho más considerando que se trata de la universidad más antigua de América. Pero los gobiernos no parecen ver más allá de su orfandad intelectual y política; si para algunos Machi Picchu atrae divisas y genera empleo por el turismo, San Marcos no atrae ni un céntimo de nuevo sol para el país. Sin embargo, San Marcos ha producido, y a pesar de todo lo sigue haciendo; a las mejores cabezas del país. Su aporte al país ha sido y es de mucho mayor alcance que el de atraer unos cuantos turistas. No existe rincón del sector público o privado, donde no exista o no haya existido un sanmarquino, donde no hayan aportado con sus conocimientos científicos o técnicos; tanto al servicio del interés particular o como del nacional.
Pero el problema que atraviesa la universidad pública, y en particular San Marcos; no se agota en la indiferencia y el abandono gubernamental; su crisis ha ido agudizándose cada vez más, por la falta de lineamientos a largo plazo por parte de las autoridades universitarias. Y no es falso afirmar, que el problema se encuentra en el mismo origen de la instalación del actual modelo universitario. O en todo caso, ya es un modelo agotado. A mi entender, dos de sus problemas más importantes son, por un lado, la modificación de la ley universitaria vigente en ese entonces, en 1969, que propugnó la autonomía universitaria. Y por otro lado, el modelo de elección de las autoridades universitarias.
En cuanto al primer punto, el asunto de la autonomía universitaria, ha tendido a convertirse en una justificación para transformar la universidad pública en un "feudo" o en "una tierra de nadie" según el ciclo político que se viva al interior de la universidad. Este mal uso, y por cierto esta incorrecta concepción, ha permitido la impunidad, la ilegalidad de quienes ejercen la autoridad univeristaria, extendiendo y profundizando la corrupción; involucrando en ello al estamento estudiantil.(4) En ese sentido, la intervención inconstitucional de la Universidad de San Marcos durante el gobierno de Fujimori, no hizo más que acelerar la crisis de la institucionalidad de la universidad. Apuntaló una forma de gobierno por fuera de la ley, con el añadido del desparpajo, de la flagrancia y la desfachatez.
Pero, este punto, está relacionado con el segundo; porque quienes gobiernan la universidad son elegidos mediante votación. Pero justamente el modelo de elección vigente de las autoridades es concomitante a la situación crítica que atraviesa la universidad, pues refuerza su desgobierno o su desinstitucionalidad. La elección de las autoridades no es universal, es por estamentos. Los estudiantes eligen a sus representantes y; los docentes eligen a sus representantes en cada una de sus categorías.(5) Luego estos representantes elegidos, que conformarán el Consejo Universitario o el Consejo de Facultad; elegirán respectivamente a las autoriades más importantes de una universidad y de una facultad: El Rector y el Decano. Y justamente, por ser reducido el número de representantes, el proceso electoral implica negociaciones, arreglos, mercantilización del voto y por ende un distorsionamiento de las preferencias electorales de la comunidad universitaria. Así, el proceso electoral puede finalizar eligiendo autoridades opuestas a los intereses de la mayoría, opuestas a un planteamiento académico y al interés nacional, no conciente de que se está conduciendo la institución universitaria más antigua de América y por ende un patrimonio y orgullo del país. Además, dado que este proceso es engorroso y tiene objetivos particulares, genera toda una serie de "leguleyadas", las cuáles se utilizan para injustificar y para desconocer resultados electorales y así gobernar en la ilegalidad.
Los hechos actuales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde un buen número de facultades no pueden aún elegir sus decanos, por razones que no son convenientes a ciertos grupos que vienen conduciendo la universidad, sólo puede ser entendido como una expresión de la crisis que atraviesa la universidad pública; de la indiferencia de quienes conducen el gobierno del país, de sus legisladores y de la sociedad.(6) Sólo se puede entender de un pueblo desorientado, sin identidad o sumido en la ignorancia, el no valorar su historia, su pasado; y San Marcos es historia del Perú. La universidad más antigua de América no merece pasar por ésta actual situación.

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* Publicado en http://www.azkopeuk.blogspot.com/
(1) Ya que la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que también reclama este título no lo es; primero porque está en discusión que esta universidad sea la misma que la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino y segundo, si lo fuera, nunca obtuvo su Real Cédula de Fundación sino hasta 1747.
(2) Lo cual no nos debe llamar la atención, pues después de todos algunos restos arqueológicos han sido dañados y las autoridades nunca expresaron de forma concreta su rechazo a tales daños: como el deterioro irreparable del Intihuatana por una empresa cervecera o el daño de los restos arqueológicos de Chan Chan por unos jóvenes estudiantes. Ver: http://www.quipu-digital.com/noticia/44/Sociedad/sentencian-dano-intihuatana.html.
(3) Al respecto: "El abandono de San Marcos, por supuesto, no empieza ni termina en la Universidad. Es el Estado el que abandona San Marcos para castigarla por haber sido una fuente de pensamiento crítico desde los albores de la república." Ver: http://nicolaslynch.com/archivo/el-caos-en-san-marcos.
(4) Por ejemplo, hoy existe en la UNMSM un programa de "bolsa de estudiantes", el cual es utilizado como agencia de empleo a cambio de réditos políticos.
(5) Principales, asociados y auxiliares.
(6) Para los medios de prensa es una noticia más importante para el país el asesinato de una joven que lo que está ocurriendo ahora en la UNMSM, la universidad más antigua de América.

viernes, mayo 14, 2010

Arqueología y conflicto. Una posición desde la arqueología marxista latinoamericana

Miguel Aguilar Díaz
Universidad de los Andes, Colombia.

¿Qué hace que la arqueología sea algo más que la heredera del colonialismo occidental coleccionista de objetos exóticos? Esa pregunta la tengo desde hace varios años, desde que escuché al arqueólogo y antropólogo Luis Lumbreras hablando a un grupo de estudiantes buscando esa respuesta en la Universidad de San Marcos. Lo recuerdo hablando sobre las maneras en las cuales la arqueología podía ayudar a un campesino o indígena pobre, a un ser humano en malas condiciones materiales de vida sin tener que estudiar leyes para defenderlo de los abusos, o sin tener que hacer economía para plantearle soluciones a sus problemas principales, es decir los económicos. Entonces supe que había un sentido en hacer arqueología. Esta disciplina no sólo estudiaría al ser humano, sino que su último fin sería lograr un contexto sociopolítico que asegure la permanencia nuestra especie de manera justa, que sea una parte importante en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida de quienes se encontraban en el campo de los excluidos, de los desposeídos, de los marginados. Años después me di cuenta que esto no sólo debía incluir a esos campesinos indígenas pobres a los que se refería Luis Lumbreras en sus talleres de arqueología social, sino que esto incluía a todo ser humano de estas mismas condiciones sociales y económicas en cualquier parte del mundo. La vida humana es una sola, y su estudio implica necesariamente su defensa.
La defensa del patrimonio cultural arqueológico por parte de arqueólogos y antropólogos fue y es una actividad normal en casi todos nuestros países. Ese activismo político que la gran mayoría de los arqueólogos tenemos en mayor o menor grado, ha estado casi siempre separado de la defensa de la vida humana. Pues el hecho de que nosotros estudiemos la cultura material de todas las sociedades –sociedades antiguas, sociedades actuales- no significa en ninguna medida que debamos asumir posiciones políticas externas cuando se trate de cuestiones que afectan las integridades de nosotros mismos como seres humanos. Por ejemplo, muchos arqueólogos condenaron las bombas estadounidenses lanzadas contra Irak, las mismas que destruyeron al principal museo de la antigua Mesopotamia. ¿Pero cuántos condenaron a las bombas que destruían las vidas de los seres humanos?
Y este es el principal problema en la actualidad de la academia arqueológica. Yo lo veo como el producto de una indiferencia que rodea y limita nuestra propia práctica política. Una indiferencia que sin embargo es cada vez menos generalizada en la manera de hacer arqueología en el mundo. La arqueología no empieza ni termina con el objeto. Empieza con seres humanos, y termina con ellos. Es una ciencia que se basa en la comunicación, el estudio y la defensa de la propia vida. Hablar de arqueología sin hablar de justicia social, es como hacer arqueología y dejar que las bombas israelíes sigan asesinando seres humanos en Palestina.
No concibo esa manera de hacer arqueología. Es decir, como ciudadano de este mundo la indignación del asesinato y la desigualdad de condiciones en el Medio Oriente me vuelve impotente y estúpidamente inservible. Pero como arqueólogo, no simplemente es ese el sentimiento. Como arqueólogo, considero que es una obligación ética defender esa integridad humana que debemos estudiar en sus materialidades. Como arqueólogo, me obligo a mi mismo a escribir esto, y pedirle a mis colegas que sientan es misma indignación que espero nunca se llegue a perder. Esa es la diferencia entre una arqueología del sistema neoliberal, individualista y “apolítica”, con una arqueología social latinoamericana, comprometida con el estudio de los sistemas de opresión de los seres humanos, pero también, con su liberación.